El alba mediterránea
Me había levantado antes de rayar el día y aún estaba medio dormido, bostezando, pero con la ilusión de presenciar un excelente espectáculo de luz y color. Y observar cómo el sol iluminaba la mar poco a poco, como si encendieran luces paulatinamente. El café ya estaba hecho. Su aroma me lo indicó. Yo permanecía en la terraza frente a la mar oscura sentado en un sillón de mimbre, oteando el horizonte y preparado para ver amanecer. Unas gaviotas alborotaban frente a mí, deslizándose y piando encima del agua a la altura de mis ojos y cayendo en picado sobre los peces. Abandoné la función por unos instantes y me metí en casa. Intenté hacer poco ruido en la cocina para no despertar a nadie y me preparé una ensaimada rellena de sobrasada que fundí medio minuto en el microondas. Me la traje a la terraza en una bandeja para acompañar al café con leche y así tomarlo todo muy caliente.